El perfecto cerebro imperfecto - Reseña crítica - Eduardo Calixto
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El perfecto cerebro imperfecto - reseña crítica

El perfecto cerebro imperfecto Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Ciencia

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9786073197007

Editorial: Aguilar

Reseña crítica

Eduardo Calixto presenta en este libro una importante investigación sobre el funcionamiento del cerebro a través de nuestros actos.

Proporcionando información sobre lo que es bueno y malo, el autor brinda algunos tips para que nuestro brillante órgano funcione a la perfección. ¿Listo para empezar?

La cotidianidad de lo bueno y lo malo

El orden y el cerebro

Al cerebro le gusta el orden, la organización y el control.

Tener y mantener orden es importante para muchas actividades que realiza el cerebro durante toda su vida, ya que las redes neuronales involucradas tienen que ver con la motivación, el aprendizaje y las sensaciones placenteras.

Un cerebro en un ambiente en el que predomina el desorden puede padecer depresión y ansiedad.

Para tener orden en la vida es necesario formar hábitos, que eventualmente logran que una persona sea experta en algo.

Para poder destacar y ser los mejores en lo que se hace, es necesario contar con cuatro elementos importantes: disciplina, genética, sentirse parte de un grupo y saber agradecer.

Asimismo, el cerebro logra un mejor desarrollo de la identidad cuando se rodea de amigos. Las buenas amistades fomentan el bienestar físico.

La comida y el cerebro

Los microorganismos que viven en el intestino sostienen una interacción química, inmunológica y metabólica directa con las funciones del cerebro.

La comunicación entre el intestino y el cerebro es sumamente importante, ya que este último es el que regula la llegada de la sangre al intestino y la liberación de sustancias para modular la actividad intestinal.

En tanto que el intestino libera hormonas, mediadores inmunológicos, metabolitos activos neuronales y signos neurotransmisores.

La composición de la microbiota es dinámica y cambia continuamente, se adapta a la dieta, a la región donde vive el ser humano y al consumo de antibióticos.

Cuando hay cambios en la composición de la microbiota, que a su vez afecta a las secreciones intestinales, se pueden relacionar con algunas enfermedades como la depresión, la ansiedad, el autismo o el colon irritable.

Una gran cantidad de precursores para la formación de serotonina, adrenalina y dopamina se sintetizan en el intestino. El 90% de la serotonina que será utilizada en el cerebro tiene una relación directa con el tubo digestivo.

Un adecuado estado de la microbiota intestinal permite la disminución de citocinas proinflamatorias que caracterizan al estrés crónico, por lo que la salud intestinal debe estar relacionada con una adecuada salud mental.

El poder y el cerebro

Al cerebro humano lo pueden modificar en su estructura y sus funciones varios eventos sociales, entre ellos ejercer el poder político.

Es muy común identificar que quien ocupa un cargo político de envergadura suele convertirse en otra persona, su conducta se transforma, cambia su forma de pensar, de comportarse y de enfrentar sus problemas.

La historia de la humanidad ha comprobado que mientras más poder e influencia se ostenta, los malos líderes o gobernantes muestran menos ética en sus actos y decisiones.

El poder genera erróneamente detección y evaluación de estímulos en el cerebro, por ejemplo, lleva a sobreestimar las capacidades de quien tiene el poder, disminuyendo su autocrítica.

Al mismo tiempo, ignora los puntos de vista de otras personas, reduciendo el impacto negativo de sus errores, y aparece la necesidad de aprobación de los colaboradores cercanos.

Una conducta humana muy habitual es que, al sentir un gran margen de independencia en su desempeño, la gran mayoría de los seres humanos se siente con mayor capacidad de decisión.

El cerebro de un líder, un gobernante o un político responsable debe ser consciente de su responsabilidad, de que la vida de muchas personas está directamente relacionada con sus decisiones.

Las decisiones de un cerebro que detenta el poder pueden incidir directamente sobre la vida de millones de personas en muchos aspectos: económicos, sociales y sanitarios.

Por lo tanto, todos queremos que los gobernantes tengan buena salud mental.

Lo que no le ayuda al cerebro

La discusión

El enojo es una respuesta del cerebro ante una disonancia cognitiva, ante lo que se opone a la lógica y a lo que busca todo cerebro humano: tener la razón.

El enojo puede ser proactivo o reactivo. Emana de las partes menos inteligentes del cerebro y atrapa respuestas inmediatas que no necesariamente son las mejores. 

¿Por qué discutimos? Comúnmente el cerebro quiere ganar una discusión, o evitar culpa o vergüenza. Reaccionamos a lo más habitual, engañoso y ofensivo, lo cual depende de la cultura y aspectos psicológicos de cada individuo y de la subjetividad del momento.

La discusión consta de varias etapas:

  1. Incremento en la velocidad del pensamiento.
  2. Agudeza de prosodia y verbalización.
  3. Fase altisonante o gritos.
  4. Fase de golpes.
  5. Fase de llanto.
  6. Fase de calma.

El cerebro humano discute con más vehemencia y menos recursos en las primeras etapas de la vida, y gradualmente puede discutir menos y tolerar más. Sin embargo, esto no elimina el paso por las fases de agresión y violencia que suelen acompañar una discusión mal entablada.

En una discusión, lo que realmente quiere el cerebro es ¡tener la razón!

Lo prohibido obsesiona

Es común que, al darle una orden al cerebro, el mandato pueda estar en desacuerdo con sus funciones. Sin embargo, cuando estamos en contra de lo que desea nuestro interlocutor, si queremos disminuir nuestra atención, se puede conseguir un efecto contrario.

Las redes neuronales incrementan la atención ante un evento negativo, accidente u orden poco común. El procesamiento de ideas sobre un objeto prohibido produce emociones generadoras de dolor moral o percepción de apego.

A través de estudios de resonancia magnética, se ha identificado que cada vez que a una persona se le niega algo que le generó placer o se le prohíbe realizar alguna actividad, su cerebro hace que se fije demasiada atención sobre el objeto prohibido y se sienta con demasiado apego o sensación de pertenencia a lo que ya no puede obtener.

También se ha identificado que cuando se prohíbe en forma única y tajante, la obsesión es muchísimo más fuerte, generando mayor dolor moral por la prohibición.

Se ha comprobado que, cuanto más se prohíbe algo, el cerebro incrementa la liberación de dopamina, generando una mayor necesidad de realizar el hecho para obtener placer.

De esta manera, el círculo de la obsesión termina por generar más placer cuando se desobedece. Un cerebro que se sale con la suya activa las redes neuronales de la adicción y el placer.

La adicción al trabajo

Un horario laboral prolongado aumenta la posibilidad de tener hemorragias cerebrales o infartos en diversas áreas del cerebro.

Una intensa carga de trabajo asociado a preocupaciones, estrés y angustia incrementa las probabilidades de un infarto, pero también de alteraciones neuronales severas, no solo en personas mayores, sino también en jóvenes.

El problema es que la gran mayoría de quienes tienen jornadas laborales prolongadas no lo ven así. Pierden gradualmente la noción sobre las condiciones inadecuadas de trabajo, el bajo salario o las presiones por cumplir con los compromisos.

La gran mayoría de las personas que han tenido problemas neuronales por jornadas laborales extensas admiten que los fines de semana son incapaces de desconectarse del trabajo.

Las personas adictas al trabajo representan a una de las pocas adicciones que es “bien vista” en nuestro mundo moderno. Este individuo generalmente nunca está satisfecho con los resultados de su trabajo y genera fatiga que a la larga provoca poca eficacia en todo lo que realiza.

Los adictos al trabajo liberan dopamina y endorfinas cuando creen que son los únicos que pueden realizar la función que les toca y cuando presumen de sus logros.

Es muy importante saber decir que no, y cerrar la oficina o el trabajo cuando el horario lo establezca, no cuando lo indique el cansancio extremo.

Análisis para funcionar mejor

El cerebro y las decisiones

Tomar una decisión es fundamental como actividad de la inteligencia. En la vida se presentan decisiones de diversa índole: qué comer o qué ropa usar, si informar o no sobre un problema, si ayudar a un anciano, o si casarse o separarse.

El 90% de nuestros actos dependen de la interpretación que hacemos en el momento.

El cerebro piensa y toma una decisión en 200 milisegundos, es decir que, antes de decirla o ejecutarla, nuestras neuronas ya realizaron un proceso activo que está detrás de nuestras palabras.

Un cerebro maduro y exitosamente social es un cerebro capaz de asumir una posición arriesgada al elegir entre estar enojado, enamorado, feliz o triste; y tiene en común que, al estar atrapado en esas emociones, toma las peores decisiones de su vida.

Una emoción tiene un común denominador: disminuye la capacidad inteligente de la corteza prefrontal, por eso a veces se corren riesgos y luego viene el arrepentimiento de lo que se hizo. Se supera el éxtasis de la emoción y después se aprende.

Tomar decisiones no es un fenómeno reflejo o instintivo, es un proceso de madurez y adaptación de nuestro cerebro, que se afina con la inteligencia.

Si bien el éxito enseña, se aprende más rápido del dolor y la adversidad, porque las neuronas ponen más atención en estos procesos negativos.

El cerebro ríe

Reír es una de las expresiones más hermosas del cerebro para aumentar su socialización. La risa indica un cerebro más sano, al menos con mejor salud mental respecto a las personas que no ríen tanto.

El cerebro no debe quedarse con las ganas de reír, de hacerlo disminuirá la liberación de dopamina respecto a los estímulos hilarantes. Conforme se va creciendo, se va liberando menos dopamina y no reír condiciona a liberar aún menos el neurotransmisor de felicidad.

Las neuronas de varios centros del cerebro se activan cuando nos reímos: la memoria, el dolor, el placer, las emociones, la toma de decisiones, la interpretación, algunas áreas primarias como la auditiva, la visual y la sensitiva; todo lo cual hace de la risa un integrador de ambos hemisferios cerebrales.

Una carcaja puede activar el sistema cardiovascular, respiratorio y muscular. La risa impulsa al sistema nervioso parasimpático, que disminuye la presión arterial y la frecuencia cardiaca.

Un minuto de risa equivale a diez minutos de ejercicio aeróbico.

Reír induce la percepción de que el tiempo pasa más rápido, pues la atención está sostenida en otras cosas.

Lo que nos ayuda a ser inteligentes

La inteligencia no es un proceso estático o inmutable del cerebro, o una habilidad neuronal modificable, sino que tiene una programación genética desde el nacimiento y cambia a lo largo de la vida.

El cerebro, a través de un manejo de información diversa y compleja, ayuda a resolver problemas.

La inteligencia depende de la edad mental y de su íntima relación con la diversidad y con un ambiente enriquecido de estímulos con los que se interactúa a diario.

¿Qué sugiere la ciencia para hacer que el cerebro se conecte mejor y pueda influir positivamente en tu inteligencia?

  • Saber utilizar el tiempo.
  • Escribir con puño y letra lo que se aprende.
  • Elaborar un listado de lo bien hecho y otro de lo que falta por hacer.
  • Construir juguetes armables.
  • Tener amigos inteligentes.
  • Leer libros.
  • Explicar a otros lo que se sabe.
  • Promover la creatividad.
  • Aprender un nuevo idioma, hablarlo y pensarlo.
  • Saber tomar un descanso.

Aunque la inteligencia humana no es una característica modificable, no hay límite de edad para incrementarla. Ser inteligente es una capacidad del cerebro y no necesariamente la mide el coeficiente intelectual.

Por último, es interesante destacar que las mejores decisiones se suelen tomar después de un buen descanso.

Notas finales

El cerebro humano tiene un antecedente genético de 4.000 millones de años de evolución. No es el cerebro más grande entre los animales, pero sí el que tiene una mayor cantidad de neuronas en comparación con otros mamíferos. 

Nuestro órgano pensante integra información a gran velocidad, discrimina con exactitud, compara experiencias, prevé, planifica y toma decisiones; sin duda, se trata de un cerebro privilegiado.

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¿Quién escribió el libro?

Médico cirujano mexicano especializado en Neurociencias por la UNAM y en Fisiología Cerebral por la Universidad de Pittsburgh. Además, es investigador en diferentes instit... (Lea mas)

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